ª “Se les llama de
todo: “goteras”, “plaga”, “verdadero peligro de Europa”, “amenaza”, “chorreo”,
“invasión ingente”… estos son algunos de los calificativos utilizados
para definir a los miles personas que se juegan la vida cruzando medio
continente”.
ª “Los
“señores de la guerra” no son seres
salvajes y sin raciocinio movidos por el odio. Son actores fríos y calculadores
que funcionan bajo la lógica de obtener el
máximo beneficio con el mínimo de coste, pasando por encima de quién sea necesario,
incluso de naciones enteras”.
ª “Demasiada
hipocresía que rezuma por los poros, “Todos
somos Charlie” pero se aprueban leyes que nos oprimen cada vez más y nos
dejan sin capacidad para salir a la calle a quejarnos. Y la mayoría sigue callada…
mirando hacia otro lado”.
Se
les llama de todo: “goteras”, “plaga”, “verdadero peligro de Europa”, “amenaza”, “chorreo”,
“invasión ingente”… estos son algunos de los calificativos utilizados
para definir a los miles personas que se juegan la vida cruzando medio
continente en busca de la supervivencia y de refugiados desplazados en la mayor
crisis migratoria de la historia.
Según
informes del propio ACNUR (La
Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados) en 2014, más de 60
millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares
debido al empeoramiento de las condiciones de vida, encontrándose en la mayoría
de los casos en una situación de emergencia humanitaria.
Ante tal
movimiento migratorio los países occidentales de la unión Europea, incumpliendo
la promesa
que hicieron hace unos meses de acoger una parte de ellos en sus
propios países (recordemos que se trataba
de una parte muy pequeña, aproximadamente 40.000), gira la cabeza hacia otro
lado.
No es tan
solo un gesto realizado por los propios dirigentes Mundiales, es toda la población que vive sumergida en su día a
día, la que incapaz de ver más allá
de su ombligo, actúa como cómplice insensible de toda esta barbarie que no hace más que despreciar
a seres humanos inocentes. Porque admitámoslo, en gran medida, las actuaciones
y políticas realizadas por nuestros países y su ambición, son las grandes
causantes de todo este éxodo.
Vayamos a la aportación de algunos datos: En primer lugar dejar
bien claro que África es más que autosuficiente. En 1884
dirigentes de la vieja Europa decidieron saquear las riquezas del
continente al sur del ecuador, ya que la
compra y el tráfico de esclavos ya no les era rentable a sus economías.
Muchos países
del continente disponen de recursos económicos más que suficientes para
subsistir e incluso compartirlos con naciones vecinas que carecen de los
mismos. Países como Sudáfrica, Angola,
Sudán, Congo, Tanzania, Argelia o Libia no necesitan de nadie. Si Occidente
dejara de saquear día tras día los
recursos naturales y materiales del continente africano, podrían atender a sus
ciudadanos y acoger la más que posible migración de jóvenes venidos de países limítrofes.
Hoy día,
todos sabemos que nada cambia en África sin la bendición de la Unión Europea y
Estados Unidos. Por ello existen
dictadores, que han sido y serán siempre los grandes garantes de los intereses occidentales. Sabemos que ningún
dirigente mantiene su poder sin la ayuda de los países del Norte. Los
apadrinan, acosan y derriban a buenos dirigentes, se permiten hasta el lujo de
acudir en masa al funeral de líderes que
dejaron pudrirse en prisiones durante casi treinta años como Mandela y
montan tribunales para juzgar los crímenes de aquellos que se oponen a sus políticas y ambiciones. No
olvidemos, claro está, que todo esto es posible debido en grandísima medida al
apoyo incondicional de los medios que participan en el acoso, presionando mediante
la mentira y el engaño, en favor de los grandes intereses de los que pueden
permitirse el pago de sus honorarios. Ellos son los culpables de que veamos “monstruos” donde quizá no existan, y “héroes” a los que justifican mediante
acciones armadas la invasión de cualquier región en nombre de su “democracia”, la gran democracia
hipócrita, maldita y manchada de sangre, estandarte de los que ostentan el
poder mundial.
Países como Inglaterra, Alemania y sobre todo
Francia, consideran el continente africano como su “natural zona de expansión”. Estados Unidos que hasta el final de
la guerra fría no descubrió la importancia estratégica y económica que supone
el control sobre una región tan rica, ha entrado en conflicto directo con los
intereses europeos. Mientras el reparto del pastel fue equitativo no hubo
problemas, pero el enfrentamiento por la hegemonía sobre África se ha convertido
en un combate abierto, en el que todo vale y no existen reglas para hacerse con el poder absoluto sobre el
terreno. Por ello, tanto París como Washington fueron, son y serán siempre contrarios a la democratización de los
países africanos, de este modo podrán seguir saqueando impunemente a sus
protegidos.
Los “señores de la guerra” no son seres
salvajes y sin raciocinio movidos por el odio. Son actores fríos y calculadores
que funcionan bajo la lógica de obtener el
máximo beneficio con el mínimo de coste, pasando por encima de quién sea necesario,
incluso de naciones enteras. Por ello se decimos que no existen “conflictos armados africanos”, sino “conflictos armados en África”, ya que
los protagonistas y culpables de esta historia son las mentes occidentales con
tanto poder como para manejar los hilos de la destrucción de los pueblos. Se trata,
en muchos casos, de guerras abiertas entre los intereses de empresas de uno y otro
lado, que llevan el combate al escenario africano. Ya lo hicieron anteriormente
en los países latinoamericanos, en los Balcanes,
Irak, Libia… y lo seguirán haciendo mientras sigamos dejando el poder en
sus manos.
La invasión
de Libia fue una intervención al servicio del Gran Capital. El país fue el blanco de la codicia mundial, al igual
que muchas otras en múltiples lugares del mundo. Libia tiene es su suelo la
respuesta. Posee más petróleo que ningún otro país africano, ya que es capaz de
producir aproximadamente tres millones
de barriles de crudo diarios. En 2009 su líder por aquel entonces “Gadafi” (recordemos gracias a la hemeroteca, que don Jose
María Aznar cerró varios negocios en este país sin importarle lo más mínimo
que fuera un dictador), adelantaba un plan para nacionalizar el petróleo
libio. Por su puesto, jamás se llevó a cabo dicho plan, puesto que en el año
2011, Europa dictaminó que era
la hora de acabar con el dictador y sus planes para su pueblo. Ya no
servía a los intereses de occidente y comenzaba a suponer un peligro para sus
economías.
Pero además, el país posee 35.000 kilómetros cúbicos de aguas subterráneas que cubrirían
las necesidades de Egipto, Sudán, el Chad
y las suyas propias, potenciando así la seguridad alimentaria de toda la región. De este modo, se evitaría
que estos países tuvieran que recurrir al propio FMI para solicitar fondos y poder conseguir agua y cultivos. Por no
hablar de los 200 mil millones de
dólares que poseía la Reserva Nacional Libia y que tras los enfrentamientos fueron
confiscadas por los países agresores.
Pero existen
más casos de “Top Manta” que a los
países occidentales no nos indignan tanto.
Senegal y sus peces. La Unión Europea firmó
un acuerdo de pesca con este país: 38 buques europeos (25 españoles) podrán trabajar en la zona durante cinco años a
cambio de tan solo 14 millones de euros.
Recordar que algunos de estos buques ya han sido multados por realizar pesca
irregular en la zona. Aun así han seguido recibiendo subvenciones millonarias
de nuestras instituciones sin ningún tipo de castigo mayor.
Níger y su energía. El 87% de la energía francesa
proviene de sus centrales nucleares. ¿Adivinan
de donde proviene el 40% de sus reservas de Uranio? No olvidemos que este
país que es el segundo mayor productor de este mineral, se encuentra entre los
últimos en índices de desarrollo.
Costa de Marfil y su cacao. Costa de Marfil, primer
productor mundial, cuenta con campos de trabajo infantil. Nestlé
y otras multinacionales más se aprovechan de una extorsión, que por lo
que se aprecia no quebranta ningún derecho Internacional.
República Democrática del Congo. Hace pocos días se
hablaba de las bombas de Hiroshima y Nagasaki debido a su aniversario. El uranio
utilizado procedía de Katanga, provincia
al sur del país. Más importante aún es el
Coltán, clave para la industria electrónica occidental. “Por cada
kilogramo de este material que se extrae, cuesta la vida a dos niños”. ¿A
quién le importa?
Reflexionemos un poco… No hay nada escrito en
estas líneas que no sepamos, o que pueda encontrarse en múltiples documentos
dentro de la red. Entonces, ¿por qué nos
negamos a ver la realidad? ¿Para
cuándo nos planteamos actuar? ¿De verdad pensamos que estas personas se
jugarían la vida para vender música y gafas de sol en nuestras playas si
pudieran vivir dignamente y sin peligro en sus países? ¿Sería posible nuestro
tren de vida sin la expropiación y saqueo de otros países? ¿Hasta qué punto
somos responsables de este éxodo? ¿No deberíamos el pueblo rebelarnos contra
tanta injusticia y obligar a nuestras naciones y líderes a actuar de una vez?
Nuestros
líderes… aquellos que como Sarkozy
ven la inmigración como “una fuga de agua
en la cocina”. Como el Primer
Ministro Inglés Cameron, el cual llama “Plaga”
a los inmigrantes y refugiados que intentan entrar en su país a través del Euro-túnel.
Sin hablar de nuestros cargos políticos nacionales, nuestro Ministro de Interior que ve todo este
asunto como un problema de “goteras en
casa”, que felicita a las fuerzas del orden por el archivo
provisional de la causa por la que se les investiga, o qué se opone a
las operaciones de rescate en el mar por miedo al “efecto
llamada”.
Aguantamos este
tipo de declaraciones todos los días en los medios de comunicación, pero nos
llevamos las manos a la cabeza por comentarios y chistes en redes sociales. Demasiada
hipocresía que rezuma por los poros, “Todos
somos Charlie” pero se aprueban leyes que nos oprimen cada vez más y nos
dejan sin capacidad para salir a la calle a quejarnos. Y la mayoría sigue callada…
mirando hacia otro lado.
Tan solo una pregunta más: si algún día somos
nosotros los que necesitamos de la ayuda Internacional, ¿A dónde iremos entonces?
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