Según los datos facilitados por diferentes Administraciones a nivel estatal, autonómico y local, en el año 2022 la población de nuestro país y, por ende, de la ciudad de Valladolid respiró aire contaminado según los valores establecidos para los principales contaminantes (PM10, PM2,5, dióxido de nitrógeno NO2 y ozono troposférico O3). Una de cada seis personas, respira aire que incumple los valores actuales estándares legales de nuestro país. Esto supone un aumento de más de dos millones de personas con respecto al año 2021.
Si
se tienen en cuenta los valores recomendados por la Organización Mundial de la
Salud (OMS) toda la población
española habría respirado aire con niveles
de contaminación superiores a los recomendados.
Si
se busca la principal fuente de
contaminación en las áreas urbanas, esta es, el tráfico motorizado. Y el
contaminante que sigue presentando una mayor extensión y afección a la
población es el ozono troposférico.
La contaminación del aire es un asunto muy grave, que causa alrededor de 25.000 muertes prematuras anuales en el Estado español, quince veces
más que los accidentes de tráfico. El dato en
nuestra ciudad es de 200 muertes prematuras al año.
Las principales vías de actuación pasan, por lo tanto, por la
reducción del tráfico motorizado, favoreciendo un urbanismo de proximidad y
potenciando el uso del transporte
público y de medios activos como la bicicleta o el tránsito peatonal.
La
Ordenanza aprobada en Pleno del Ayuntamiento el día 5 de julio de 2022, acordó establecer determinados carriles-bici y
carriles bus-taxi en la ciudad de Valladolid. Ordenanza que ahora se propone derogar, la cual está causando
efectos positivos para nuestra salud y para nuestra ciudad. Recordar que en
el año 2011 el Ayuntamiento de la ciudad, gobernado por el Partido Popular,
se suscribió al Pacto de Alcaldías,
comprometiéndose a reducir sus emisiones
de CO2 en un 20%. Claramente, esta derogación va en contra de dicho
acuerdo.
Además,
algunas de las medidas establecidas en la ordenanza son acciones ya recogidas en instrumentos de planificación de
gobiernos del Partido Popular de hace hasta 25 años. Retirar estos carriles
sería un grave retroceso en términos de sostenibilidad y un desprecio hacia los
compromisos internacionales asumidos por
nuestra ciudad en la reducción de emisiones.
Tras
años de avances, el nuevo gobierno de la ciudad parece que solo habla de la
movilidad desde el punto de vista de los coches, parte minoritaria a la hora de
elegir forma de desplazamiento. El transporte público ha mejorado muy notablemente su velocidad comercial, ahorrándose ahora más de un minuto y medio al
atravesar la almendra central gracias a los nuevos carriles exclusivos para bus
y taxi. Concretamente, son 37.000 personas
diarias las que viajan en autobús, frente a 24.000 que lo hacen en vehículo
privado.
Si
hablamos de la movilidad en bicicleta, desde que se instaló el nuevo sistema de
alquiler de bicicletas, en febrero de este año, su crecimiento ha sido
exponencial. Por el momento las personas usurarias suscritas superan las 7.000;
el número de usos que tiene Biki al mes
alcanza los 38.000, mientras que los usos acumulados llegan ya a los 138.000 (datos
a 31 de mayo de 2023).
En
todo el mundo, las ciudades están promoviendo la creación de infraestructuras
para el transporte no motorizado, reconociendo los múltiples beneficios que
esto conlleva. Valladolid ha sido y es
actualmente un ejemplo en este sentido, con la implementación de una red de
carriles bici que ha sido ampliamente elogiada. Tomar la decisión de derogar
esta Ordenanza basándose únicamente en motivos populistas es irresponsable y cortoplacista.
La
Unión Europea destina importantes fondos para el desarrollo urbano sostenible. Muchas de estas inversiones están
condicionadas a la promoción de la
movilidad no motorizada. Al eliminar carriles bici, se estarían incumpliendo
los requisitos y criterios de elegibilidad para acceder a estos fondos. Valladolid, durante años, ha sido consciente de los retos globales que
estamos abordando con el resto de países de nuestro entorno, apostando por las
políticas de movilidad y medioambientales al igual que el resto de Europa. Nuestra ciudad está siendo punta de lanza,
y no es de recibo pretender frenarlo, perdiendo, además, la posibilidad de
acceder a las ayudas europeas correspondientes.
La
nuestra, es una de las ciudades comprometidas con el objetivo de
descarbonización 2030 del que sólo forman
parte 7 ciudades españolas, en un club europeo de 100 ciudades.
Cualquier medida que se adopte en este ámbito puede provocar, por un lado, la
devolución de dinero conseguido de los Fondos Europeos del Plan de Recuperación
y, por otro, la pérdida de oportunidad de captación de nuevos fondos, de las
que ya se han conseguido 100 millones para la ejecución de proyectos. Recientemente,
el Ayuntamiento de Valladolid ha conseguido 8,6 millones de euros de los
Fondos Europeos para inversiones en movilidad sostenible y en la mejora del
transporte público, gracias a una convocatoria del MITMA, a la que se presentó
el anterior equipo de gobierno.
Hay
que tomar decisiones para seguir mejorando nuestra ciudad, ponerlo fácil para
dejar el coche en casa cuando no sea imprescindible y que mejoran la calidad de
vida, los espacios públicos, reducen el ruido y la contaminación y, por tanto,
van a mejoran la salud de las personas y
de la propia ciudad.
Pongamos algún ejemplo cercano:
En la ciudad de Pontevedra, a finales de los 80 y comienzos de los 90, se producían 80.000 desplazamientos
diarios que cruzaban la ciudad de un lado a otro. Al final de los años 90,
las políticas municipales, comienzan a sacar los coches de la ciudad gracias a
la peatonalización masiva, la reducción en un 40% de las plazas de aparcamiento
y una movilidad más sostenible, basada en el transporte público, la bicicleta y
el caminar. Hoy poco más de 10.000 son
los desplazamientos que cruzan esta ciudad.
Desde que en 1999
comenzaran con esta nueva política, su alcalde y equipo de gobierno se
enfrentaron a las protestas constantes de todos los sectores de la ciudad. A
pesar del miedo, la ciudadanía acabó dándose cuenta de los beneficios que estas
políticas les concedía. Hoy día ese gobierno sigue al pie de su ayuntamiento,
profundizando en estas políticas.
Algunos
datos a tener en cuenta en esta ciudad:
o 7 de cada 10 niños y niñas de
primaria van caminando al colegio. De ellos y ellas, la mitad lo hacen sin
compañía. Un logro que emociona. En España la media de menores acompañados
al colegio es del 80% por la falta de seguridad.
o Reducción de la contaminación en un
67%, supera las exigencias nacionales, europeas y también las
estrictas exigencias marcadas de la Organización Mundial de la Salud.
o Un
dato más, en la última década, 0 son los accidentes de
tráfico mortales en Pontevedra. Aumento sin dida de la seguridad para
las personas.
o El comercio pequeño y de proximidad funciona
mejor y se ha potenciado, debido a la cercanía de las personas
consumidoras.
o La ciudad de Pontevedra ha crecido
en 12.000 personas, mientras que, en Valladolid, hemos ido
perdiendo población que se ha ido marchando al alfoz en parte, por mejorar su
bienestar en lugares más seguros, tranquilos y más sanos para vivir.
Todo esto hasta julio del año
pasado cuando la población de valladolid ha aumentado en 2.516 habitantes,
un aumento que sirve para superar la barrera de los 300.000 habitantes. Quizás el cambio de modelo de ciudad
iniciado en los últimos años no solo haya detenido esta pérdida si no que,
además, ahora, se vuelve a ver Valladolid como una ciudad más habitable. Aun
así, la media de desplazamientos diarios en el interior de la ciudad
sigue siendo altísima, 250.000 un número que necesariamente debe de
ser mucho menor.
Evitar tener que usar el coche para
todo, reduce las emisiones que potencian el efecto invernadero y
hace que nuestra vida en todos sus parámetros mejore: salud, bienestar y autoestima. Todo esto en la era de la ansiedad,
el estrés y las prisas.
Esta tendencia es imparable
especialmente en Europa, pero también en el resto del mundo occidental: uso de
transporte público, peatonalización de los espacios, renaturalización de las
ciudades… procesos que se están
acelerando en la mayoría de las ciudades de Europa y que Valladolid seguía
la estela.
Las ciudades verdes, la movilidad
más sostenible, la lucha contra el cambio climático, parecen ser solo
políticas progresistas asociadas a la izquierda. Pero esto también es
mentira.
Mark
Rutte, presidente de los Países Bajos desde el año 2010, un
presidente conservador, es defensor de la infraestructura ciclista del país,
de la cual, además, da ejemplo usando la bicicleta para el día a día en su
vida. Es partidario del reemplazo del coche por el transporte público y la
bicicleta y de peatonalizar y reverdecer las ciudades. Allí, la movilidad
sostenible, principalmente la bicicleta, ahorra la cifra de 19.000 millones
de euros anuales en los gastos de sanidad. Mejora la salud de
nuestro corazón, nuestros sistema respiratorio, nuestro aparato locomotor y por
supuesto también, nuestra salud mental.
En palabras de Frans Timmermans, vicepresidente primero de la Comisión Europea,
alineadas con los ejes de Valladolid Toma la Palabra en defensa de los carriles
bici frente a los anuncios del nuevo Gobierno municipal de PP y Vox de revertir
estos avances: “Mejorar la calidad del aire no es de izquierdas o derechas,
va en beneficio de todo el mundo”.
Pero estos son solo algunos
ejemplos. ¿Cómo son los gobiernos de aquellos países europeos que apuestan más
por políticas sostenibles de movilidad?: Noruega (centro-izquierda),
Suecia (centro-derecha), Dinamarca (gran coalición),
Alemania (centro-izquierda), Reino Unido (actualmente centro-derecha),
Finlandia (centro-derecha), Bélgica (centro), Francia
(centro-liberal), Países Bajos (centro-derecha conservadora) y
varias ciudades españolas como Barcelona, Vitoria, Sevilla, Valencia y
Bilbao con un gobierno de izquierdas socialdemócrata. Todos ellos
apuestan por el cambio de modelo en sus ciudades.
En España con el cambio de gobierno
y la entrada en los ayuntamientos de PP y VOX, se está produciendo un fenómeno
en el que las primeras medidas en ciudades como Gijón, Elche, Palma, Logroño y nuestra ciudad, son eliminar los carriles
bicicleta, carriles bus y, por lo tanto, devolver de nuevo el
espacio al transporte motorizado privado. La derecha parece ir en dirección
contraria a lo que ya es una revolución a la vida presente en nuestro
continente.
Como ya hemos visto, en el resto de
Europa, la movilidad sostenible y la lucha contra el cambio climático es un
punto de consenso entre las diferentes fuerzas políticas. Si todas las
medidas empujan hacia este propósito, la sociedad apostará por ellas. Este
enfrentamiento absurdo de políticas verdes en nuestro país no es para nada la
lógica de otros países de nuestro entorno.
Queremos lo que cualquier persona
desea para su vida y la de su familia: una ciudad para vivir, donde los
pequeños comercios crecen en número, donde disfrutar de las calles, de los
parques y sus zonas verdes. Una ciudad que atrae turismo por la facilidad de
pasear por sus calles y barrios, por la tranquilidad, la seguridad al caminar y
la ausencia de ruidos.
No hay tiempo para las guerras
culturales e ideológicas. Y aunque se quiera negar, todos y
todas sabemos y somos conscientes de que tenemos que seguir adelante con este
cambio de sistema, un cambio necesario que, además, hará que nuestra ciudadanía
sea más feliz.