2015/04/22

LA NUEVA POLÍTICA CIUDADANA


ª        “Un nuevo modelo de participación ciudadana social amenaza el inmovilismo y los modelos fetiches de partidos, sindicatos y movimientos tradicionales”.

ª         “Hay quienes prefieren ver la historia pasar, y otros que decidimos vivir y participar de esta historia que nos ha tocado vivir.”.
 
 
Días de portadas digitales, trending topics, cientos de miles de “me gusta” en redes sociales y en las diferentes manifestaciones no más de unos cientos de personas. Pocos miles si sumamos las diferentes convocatorias a lo largo de territorio de esta España malherida y maldita.

El mundo virtual es una cosa, ¡Ay amigos! Pero el mundo real y verdadero del día a día es otra muy diferente. Clickear con nuestro ratón es bien sencillo, pero salir a la calle se complica, más aún los días de lluvia y vientos sin cambio. ¡Hay que estar en las calles para cambiar las cosas!

La “RED” comienza a postularse como músculo político, la calle tan solo como un ideal mediático. Con otras palabras, fracaso tras fracaso en la calle, éxito rotundo de las redes sociales. Personas que al final, huyendo de la política acaba reencontrándose con ella de golpe y porrazo sin quererlo. Finalmente esta marea por los derechos digitales se convierta en una marea por los derechos sociales.

La política tradicional no ha sabido prever nada, ni lo ha visto venir ni lo entiende, sigue mirando hacia otro lado. Vivimos en un País donde creemos y pensamos que la calle es el único espacio donde se puede ejercer presión Social. Como podemos ver, no es del todo cierto, pero es importante declarar y dejar claro que la revolución no está en la Web ni en las redes aunque la apoye, está y seguirá estando en la calle, si la lucha no se lleva a cabo en este espacio no es real.
 
                  
 
Las manifestaciones tienen un gran poder simbólico y este se conserva excepcionalmente. Hemos salido a la calle en contra de Guerras irracionales, en contra del terrorismo atroz en sus diferentes vertientes, a favor de nuestros derechos sociales como la sanidad, la educación. En contra de la corrupción, de tratados Internacionales sin lógica, a favor del respeto de los derechos humanos en el mundo… cualquiera de nosotros podrá decir que ha participado activamente en más de una. De no ser así deberíamos plantearnos interiormente si estamos de acuerdo con el mundo que nos rodea, si es perfecto o si merece convertirse en un escenario más justo y mejor.

La mayoría de las ocasiones estas manifestaciones tan solo buscan satisfacer una necesidad mediática. Los periódicos solo quieren una foto de cabezas anónimas juntas que le dan valor a una acción social, sin más. Pero no somos bultos señorías, para nada. Somos personas, y deberíamos empatizar más y pensar que aquellos que salen a la calle no solo los días de “Vino y Rosas” lo hacen para el bien común de todos y de todas, independientemente de quienes seamos. Es hora de dejar nuestra cómoda butaca de casa, el “Pan y Circo” con el que nos pagan a diario y partirnos la cara con todos los demás.

Ahora la ciudadanía puede participar activamente de la política, no cada cuatro años, si no día a día. Puede hacerlo en público, ante cientos de personas en sus cuentas de Facebook y twitter, sobre temas sociales, laborales, económicos y culturales.

La clave de este cambio tiene que ver con la pérdida de las “intermediaciones”. Podemos hacer muchas cosas sin la dependencia de pertenencia a partidos políticos o asociaciones de carácter político. Antes eran imprescindibles para articular los mecanismos de acción colectiva, pero ya no lo son, ya solo dependemos de nosotros mismos.

Ya no tenemos que defender nada porque lo haga el partido al que decidimos votar. Ahora, tras nuestra participación ciudadana durante cuatro años, toca reflexionar y buscar la opción más coherente a mis pensamientos, sentimientos e ideario. El voto comienza a ser una consecuencia y no la causa de identidad ideológica de cada cual.

Se acabó la lealtad y militancia a una organización que no defiende mi persona, mis derechos ni mi forma de pensar. Este ya no es un valor supremo en política sino la capacidad de aportar que tengo a diferentes espacios comunitarios.
 
                                  

¿Cuál es el mensaje para los partidos políticos tradicionales? Que ya no pueden atarnos y engañarnos con falsas promesas, quedan relevados a otro papel, a partir de ahora tendrán mucho menos poder. Pero… ¿estarán preparados para este cambio? Nuestros partidos no han avanzado un ápice en todos estos años, siguen organizados de la misma manera desde hace treinta años. Hablan de “regeneración política” pero seguimos viendo las mismas caras y la misma forma de trabajar. Es necesaria un cambio radical de estas instituciones. Otro sistema es posible, podéis creerlo.

Ahora que políticos, periodistas y otras personalidades no tienen la última palabra, tiene mucho más valor el poder de la información. Pero esta debe de ser de calidad y es difícil lograrla si nuestros medios no disponen de libertad para maniobrar y se deben a empresas y partidos. Es la era de la digitalización y con ella llega un periodismo más digno, más real, más cercano a la ciudadanía que busca la verdad.

Los ciudadanos ya no somos entes pasivos de nuestra sociedad. Somos fuente productora también de soluciones a problemas. Es hora de participar. Dejemos de imaginar y soñar con un mundo nuevo y formemos parte del cambio.

Hay quienes prefieren ver la historia pasar, y otros que decidimos vivir y participar de esta historia que nos ha tocado vivir. Esto, créanme, acaba de empezar.
 
 

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